Una
enemistad que amenaza con incendiar el mundo.
Por
Astrid Ortiz.
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Mientras el mundo observa con nerviosismo, Israel e Irán han entrado en uno de
los capítulos más peligrosos y violentos de su larga rivalidad. Lo que comenzó
como una disputa ideológica y geopolítica, se convirtió en una espiral de
ataques, represalias y amenazas de guerra abierta, con consecuencias que
podrían repercutir en toda la región y en el equilibrio global. ¿Cómo llegamos
hasta aquí? ¿Por qué dos países que alguna vez fueron aliados hoy están al
borde del abismo?
De aliados estratégicos a enemigos jurados.
Antes de
la Revolución Islámica de 1979, Irán e Israel mantenían relaciones amistosas.
Bajo el gobierno del sha Mohammad Reza Pahleví, Irán era un país laico,
pro-occidental y con fuertes vínculos con Estados Unidos e Israel. Compartían
intereses estratégicos, como el temor a la expansión soviética y la necesidad
de estabilidad en Medio Oriente.
Todo
cambió en 1979. La Revolución liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeiní instauró
una república islámica basada en los principios chiitas. Desde entonces, el
nuevo régimen rompió relaciones con Israel, al que comenzó a llamar “el régimen
sionista”, y lo calificó como ilegítimo y enemigo del Islam. Este fue el punto
de partida de más de cuatro décadas de tensiones crecientes.
Sabotajes, espionaje y ataques selectivos.
En las
siguientes décadas, el conflicto se desarrolló más en las sombras que en el
campo de batalla. Irán comenzó a financiar y apoyar a grupos armados que
combatían a Israel directa o indirectamente, como Hezbolá en Líbano y Hamás en
Gaza. Israel, por su parte, llevó a cabo operaciones encubiertas para frenar el
desarrollo nuclear de Irán y eliminar a figuras clave de su programa militar.
Entre
2010 y 2020, las tensiones aumentaron con eventos como:
- El ciberataque con el virus
Stuxnet (2010), presuntamente desarrollado por Israel y EE.UU., que
saboteó las centrifugadoras nucleares de Irán.
- El asesinato del científico
Mohsen Fakhrizadeh en 2020, considerado el padre del programa nuclear
iraní.
- Recurrentes explosiones en
instalaciones nucleares iraníes, atribuidas a operativos del Mossad.
Israel
argumentaba que sus acciones eran medidas preventivas para evitar que Irán
obtuviera armas nucleares, mientras que Irán lo veía como una violación a su
soberanía.
2023: el punto de quiebre.
El 7 de
octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque masivo contra Israel desde Gaza. Aunque
Irán negó participación directa, se confirmó que apoyó logística y militarmente
al grupo. Israel respondió con una ofensiva total sobre Gaza, y el conflicto
pronto salpicó a otros actores regionales.
Irán, al
ver amenazada su influencia en la región, comenzó a movilizarse. Israel, por su
parte, intensificó sus operaciones contra objetivos iraníes en Siria y Líbano,
donde Irán tiene una fuerte presencia militar.
Del fuego cruzado a
los bombardeos abiertos.
En abril
de 2024, Israel bombardeó el consulado iraní en Damasco, Siria. Este ataque
mató a 16 personas, entre ellas altos mandos de la Guardia Revolucionaria
iraní. Para Teherán, esto fue una línea roja.
El 13 de
abril de 2024, Irán respondió con la Operación Promesa Verdadera: lanzó
más de 300 drones y misiles sobre territorio israelí. Aunque Israel logró
interceptar la mayoría, los pocos que impactaron dejaron daños y víctimas.
Israel contraatacó el 19 de abril con una ofensiva sobre Isfahán, donde se
encuentra una de las instalaciones nucleares más importantes de Irán.
En
septiembre de ese mismo año, un nuevo giro encendió las alarmas
internacionales: Israel asesinó a Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá. Irán
prometió venganza, y la región se mantuvo en un estado constante de tensión.
Junio de 2025: la escalada más peligrosa.
La
violencia alcanzó un nuevo nivel en junio de 2025. El 12 de junio, Israel lanzó
la Operación León Creciente, una ofensiva quirúrgica pero devastadora
que impactó instalaciones nucleares y militares en Teherán, Natanz y Tabriz. El
ataque dejó decenas de muertos, incluyendo al general Hossein Salami, una
figura clave de la Guardia Revolucionaria.
La
respuesta de Irán fue inmediata. El 13 de junio ejecutó la Operación Promesa
Verdadera III, lanzando más de 150 misiles balísticos y 100 drones contra
ciudades israelíes. Tel Aviv, Herzliya y otras zonas fueron impactadas,
provocando muertos, heridos y gran destrucción.
El 17 de
junio, Israel respondió nuevamente: asesinó al jefe del Estado Mayor iraní, Alí
Shadmani, y advirtió a su sucesor que “debería pensarlo dos veces antes de
asumir el cargo”. En el mismo mensaje, el gobierno israelí comparó a Jamenei,
el líder supremo iraní, con Saddam Hussein, insinuando que podría tener un
final similar.
¿Estados Unidos al borde de la guerra?.
El
presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, sostuvo una reunión de
emergencia con su Consejo de Seguridad Nacional para analizar la posibilidad de
que su país intervenga directamente en el conflicto armado entre Israel e Irán.
La
reunión tuvo lugar en la Casa Blanca, luego de que el mandatario abandonara de
forma anticipada la cumbre del G7 en Canadá. Trump justificó su regreso
inmediato alegando que la situación en Medio Oriente es una amenaza seria a la
seguridad global, y reiteró que la defensa de Israel es una prioridad para su
gobierno.
Durante
el encuentro, el presidente y su equipo discutieron distintas opciones de
respuesta. Entre las propuestas más delicadas se encuentra un posible ataque
contra instalaciones nucleares de Irán, como la planta subterránea de Fordow,
ubicada en la provincia de Qom. También se contemplaron acciones como brindar
cobertura aérea a las fuerzas israelíes, suministrar armamento estratégico,
reforzar bases militares estadounidenses en la región y coordinar operaciones conjuntas
con el gobierno de Benjamin Netanyahu.
Trump
expresó su postura con contundencia a través de su red social Truth Social.
Declaró que Estados Unidos tiene “control total del cielo iraní” y exigió “la
rendición incondicional del régimen de Teherán”. En uno de los mensajes que más
atención ha generado, afirmó que su administración conoce el paradero del líder
supremo de Irán, Ali Jameneí, y añadió: “Sabemos dónde está, pero no lo
eliminaremos… al menos no por ahora”.
Estas
declaraciones han provocado reacciones inmediatas en Teherán. Irán elevó su
nivel de alerta militar, desplegó sistemas antimisiles y activó su defensa
aérea estratégica. El ejército iraní también ha comenzado a movilizar fuerzas
en zonas clave y advierte que cualquier acción directa de Estados Unidos será
considerada una declaración de guerra. Además, las principales bases militares
estadounidenses en Irak, Siria y el Golfo Pérsico están siendo vigiladas por
las fuerzas iraníes y sus aliados regionales.
En el
ámbito político interno, la decisión de Trump de evaluar una intervención
militar ha generado un fuerte debate en el Congreso. Algunos legisladores
republicanos respaldan una acción armada en defensa de Israel, mientras que
sectores demócratas y expertos del Pentágono advierten sobre los riesgos de un
nuevo conflicto a gran escala en Medio Oriente. Varios miembros del Congreso
han señalado que una intervención directa debe ser aprobada formalmente por el
Poder Legislativo, tal como lo establece la Constitución.
El
Pentágono, por su parte, ha declarado que todas las opciones están siendo
consideradas, pero que aún no se ha tomado una decisión definitiva sobre
ataques directos a Irán. Sin embargo, se confirmó que Estados Unidos ha
incrementado su presencia militar en zonas estratégicas como el mar Rojo y el
estrecho de Ormuz, con el fin de proteger intereses y aliados regionales.
Las
consecuencias globales no se hicieron esperar. Los mercados internacionales
reaccionaron con volatilidad, y el precio del petróleo superó los 100 dólares por
barril. Diversas embajadas comenzaron a evacuar personal diplomático de zonas
de riesgo y la comunidad internacional expresó profunda preocupación ante la
posibilidad de que el conflicto escale a una guerra regional o incluso
desemboque en un enfrentamiento nuclear.
Organizaciones
multilaterales como la ONU, la Unión Europea y la OTAN han pedido contención,
diálogo y una solución diplomática urgente. No obstante, hasta el momento, ni
Irán, ni Israel ni Estados Unidos han mostrado señales claras de desescalada.
Israel bombardea en vivo la televisión estatal de
Irán en Teherán.
En un giro dentro
del conflicto que arde entre Israel e Irán, las Fuerzas de Defensa israelíes
bombardearon este martes la sede de la televisión estatal iraní (IRIB) en pleno
noticiero transmitido en vivo desde el centro de Teherán. El ataque sacudió los
estudios centrales del canal mientras se emitía el informativo, obligando a la
presentadora a interrumpir la transmisión y huir del lugar entre explosiones y
nubes de polvo
El bombardeo,
ejecutado con misiles o proyectiles de precisión, dejó al menos tres personas
muertas, entre ellas al periodista Nima Rajabpour y una administradora, según
confirmó el Comité para la Protección de Periodistas.
Israel justificó el
ataque acusando a IRIB de funcionar como centro de “propaganda militar
encubierta” y advirtió a la población del distrito 3 de Teherán que evacuara
ante los ataques inminentes.
Durante la
retransmisión del ataque, la presentadora Sahar Emami debió interrumpir el
noticiero cuando el estudio comenzó a temblar. Las imágenes se viralizaron
rápidamente en redes sociales, causando impacto en todo el mundo. Luego del
bombardeo, la señal se interrumpió momentáneamente, aunque posteriormente se
restableció.
Irán, por su parte,
respondió derribando un caza F‑35 israelí cerca de Tabriz y
advirtiendo que el sistema mediático israelí, incluidos los canales 12 y 14,
podría ser blanco de represalias. También emitió órdenes de evacuación
preventiva para zonas de Tel Aviv, como Bnei Brak.
El ministro de
Defensa israelí, Israel Katz, había anticipado este ataque semanas antes,
declarando que las redes estatales iraníes servirían “como objetivos militares
legítimos”. Según Katz, la ofensiva buscaba bloquear la “megafonía de
propaganda” del régimen iraní.
En su defensa, el
primer ministro Benjamin Netanyahu reiteró que Israel está decidido a golpear a
todos los aliados militares de Irán y aseguró que no requiere autorización
externa, incluso de Estados Unidos, para hacerlo
Este ataque contra
IRIB marca una nueva etapa en la confrontación, en la que el blanco ya no son
solo emplazamientos militares y nucleares, sino también centros de
comunicación. Para Irán, esto constituye un cruce de “líneas rojas” que amenaza
con una escalada aún mayor y con la ampliación del conflicto a nivel regional.